Ya hay acuerdo en Alemania respecto del futuro de la energía nuclear.
La coalición que dirige el país acordó anoche adelantar el apagón nuclear en Alemania al año 2022, aunque ya en 2021 habrán sido desconectadas la gran mayoría de las centrales atómicas.
La Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, socialcristianos bávaros (CSU) y liberales (FDP) anunciaron esta madrugada que las ocho centrales cuya clausura provisional se anunció tras la catástrofe de Fukushima nunca mas volverán a ser conectadas a la red.
El titular alemán de Medio Ambiente, Nobert Röttgen, comunicó a la prensa esta madrugada que las tres plantas nucleares mas modernas retrasarán eventualmente su cierre hasta 2022 en el caso de que surjan problemas con el suministro eléctrico.
El acuerdo entre las formaciones contempla que en el año 2018 se decida si el apagón puede llevarse a cabo en el 2021 o un año mas tarde.
Merkel y su equipo se retractan así de la ley que aprobaron el pasado otoño para prolongar la vida de las centrales nucleares una media de 14 años y que retrasaba hasta 2036 la clausura de la última planta atómica en activo.
Las tres plantas mas modernas retrasarán su cierre hasta 2022 en el caso de que surjan problemas con el suministro eléctrico. Serán una 'reserva de seguridad'.
El abandono de la postura pronuclear que hasta hace unos meses había defendido la canciller Angela Merkel tendrá un coste, y parece que será alto.
La organización ecologista Greenpeace, impulsora de las manifestaciones que reunieron ayer a más de 250.000 personas en 20 ciudades diferentes para exigir el fin de la energía nuclear, calcula que las pérdidas que tendrán que hacer frente los grandes grupos eléctricos ascenderán a unos 60.000 millones de euros.
Un importe que en el caso de que se hubiese adelantado el cierre hasta 2015, como exigía la asociación, se hubiese incrementado hasta los 75.000 millones.
Pese a todo, el informe realizado por la ONG estima que estas compañías seguirán teniendo unos beneficios de 50.000 millones durante los próximos cuatro ejercicios.
Este cambio de escenario está provocando que las empresas comiencen a tomar iniciativas para contrarrestar la situación.
Por ejemplo, la eléctrica RWE ha decidido invertir 5.000 millones de euros para construir un reactor en Seeland, población holandesa situada a 200 kilómetros de la frontera germana, para producir desde allí con el objetivo de exportar a Berlín.
El cambio de modelo supondrá también un importante coste para el ciudadano que verá como su factura energética se incrementa en un 9%. Además de tener que sufrir un aumento del 9% en la emisión de gases de invernadero a causa del incremento de producción que experimentarán las plantas de gas y carbón.
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