9 may 2011

France Télécom: el infierno contado por sus víctimas

'Todo está pensado para destruir las relaciones humanas'
Joel Peron. R. V.
"Cada muerte es un golpe que no deja impasible a nadie. Tras el suicidio de Rémy muchos no pueden pasar por el edificio donde trabajaba ni por su mesa". La que suscribe el testimonio prefiere guardar su anonimato. Conocía al último de la lista y, como él, ha padecido los métodos de gestión destructiva.
"Soportas desvalorizaciones y humillaciones constantes. En las reuniones te dejan en ridículo en público, haciéndote preguntas para pillarte y tendiéndote trampas. Mi superior me decía que todo estaba mal y cuando hacía algo bien se lo atribuía a otro", narra esta veterana anónima con más de 20 años en la operadora.
Como Joel y "decenas de compañeros", también ella tuvo que parar durante varios meses para desatascar el nudo que comenzaba a asfixiarla. "En todos los departamentos hay o ha habido bajas. El ambiente es pesado, las relaciones humanas malas. Muchos sufren en silencio, porque quejarse es ponerse en el blanco de la diana y convertirte en presa fácil", explica.
Lo más difícil de llevar, para ella, es la soledad. Después de años de veneno esparcido, en los pasillos de France Télécom impera la ley del sálvese quien pueda. "Te sientes terriblemente solo. Cada uno va a lo suyo, hay poco apoyo y la gente no habla porque tiene miedo. Cuando llegas a un nuevo equipo hay desconfianza. Todo está maquinado para dividir y destruir las relaciones humanas, es un auténtico desastre", confiesa.
60 víctimas
Esta enfermedad colectiva empezó a mostrar sus síntomas en 2008. La empresa, privatizada en 1997 y que cuenta con 100.000 empleados en Francia, suprimió 22.000 puestos de trabajo y se intensificó, según denuncian los sindicatos, "la política del beneficio a toda costa".
Entonces comenzaron los recortes, las presiones a los empleados y las prácticas del terror encabezadas, según sindicatos y empleados, por el antiguo presidente Didier Lombard, sustituido hace 18 meses por Stéphane Richard. "Había presiones a los trabajadores, movilidad obligatoria de puesto y de destino, reorganizaciones constantes, cierre de oficinas y presión por objetivos", enumera Anne Marie Minella, del sindicato CFE-CGC.
El cáncer se extendió rápidamente por departamentos y secciones regionales. El diagnóstico del Observatorio del estrés de la empresa contabiliza 60 casos de suicidio. Sólo en 2010 hubo 27 muertes voluntarias y 13 tentativas y en lo que llevamos de 2011 dos personas se han quitado la vida y una lo ha intentado.
La empresa matiza que dentro de estos recortes de puestos había bajas voluntarias y jubilaciones y que además se contrató a 6.000 personas.
La operadora se resiste a asumir toda la carga mortal. "Se ha abierto una investigación interna para clarificar qué casos son accidentes laborales y cuáles no. El presidente ha dicho que reconocerá estas muertes como accidentes de trabajo si así lo concluye la investigación", explica Sébastien Audra, portavoz de la compañía.
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