"La mano invisible, esa que Adam Smith creía capaz de mover con diligencia al mercado, no debería convertirse en 'un puño'.
El antiguo modelo de globalización, que sacó de la pobreza a millones de personas, tenía, al cabo, una cara oculta: un creciente abismo entre ricos y pobres.
La mundialización financiera ha aumentado las desigualdades. Es hora de una globalización más justa.
Los políticos privatizan el estado de "bienestar", socializan las perdidas y meten la mano, cada vez más visible, en la caja.
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