29 may 2011

COMUNIDAD VALENCIANA: Muerte entre bancales.

Hombres de tez morena y manos llagadas, por lo general mayores, que salieron de sus casas a al amanecer para hacer lo que hicieron durante toda su vida tanto ellos como sus padres, abuelos y bisabuelos. Y que jamás regresaron: la muerte les aguardaba, agazapada, entre bancales.
La mayoría de esos accidentes laborales no consta en las estadísticas que anualmente elabora el Ministerio de Trabajo. Las víctimas suelen ser autónomos, labradores ya jubilados, y por esa razón quedan excluidos de la radiografía oficial de la siniestralidad.
La Comunitat Valenciana carece de un plan específico destinado a evitar más lágrimas de mujeres como la de Jaime. Difícilmente puede tenerlo cuando no existe estudio alguno que examine cuantitativa y cualitativamente el problema. Todo lo más, periódicamente, se llevan a cabo campañas de concienciación en el sector mediante el reparto de folletos informativos.
«Con frecuencia, las personas accidentadas son agricultores jubilados, trabajadores a tiempo parcial que realizan tareas en su propia parcela, con un tractor de más de veinte años de antigüedad. Éstos no se consideran accidentes de trabajo y por tanto no son competencia de la Administración laboral y no se dispone de estadísticas», explican desde la Dirección General de Empleo, cuyo máximo responsable, Román Ceballos, no se pronuncia sobre la magnitud del problema a pesar de los requerimientos expresos de este diario.
'La Verdad' ha buceado en las hemerotecas. El estudio del periodo comprendido entre junio de 2005 y mayo de 2011, aunque no tiene carácter científico, permite extraer algunas conclusiones y situar en su justa medida un fenómeno que en los últimos dos meses ha dejado cuatro fallecidos en la provincia. El último herido fue rescatado por sus vecinos el pasado viernes, después de que uno de sus pies quedase atrapado por su tractor en La Vall de la Gallinera.
Las cifras, extraídas a partir de fuentes sanitarias, de emergencias y de las fuerzas de seguridad, asustan. En estos seis años, al menos 26 agricultores han perecido mientras trabajaban en sus fincas o en terrenos propiedad de terceros. Con total seguridad, el número de muertos supera el medio centenar en el conjunto de la Comunitat Valenciana. Varias decenas más de siniestros dejaron en este tiempo gravemente heridos, a veces mutilados, a muchos otros labradores.
Algo más del 83% de esos accidentes tuvieron un mismo denominador común: un tractor o una mula mecánica aplastaron a sus conductores mientras araban la tierra o se despeñaron con ellos por barrancos y terraplenes. Sólo tres casos de entre los analizados ocurrieron en esta clase de vehículos, o en coches y furgonetas, en trayectos por carreteras comarcales y caminos de servidumbre por colisión o salidas de vía. Además, un hombre feneció ahogado en una acequia de la pedanía ilicitana de La Hoya tras golpearse la cabeza en una caída y otro sufrió graves quemaduras cuando prendía fuego a unos rastrojos. Asimismo, en una partida de Elche, en agosto de 2005, murió asfixiado en el interior de un pozo de su finca un hombre de 37 años.
Maquinaria antigua
Las organizaciones agrarias atribuyen sobre todo esta elevada siniestralidad a la antigüedad de la maquinaria, que supera muchas veces los veinte años y carece por ello de modernas medidas de seguridad como arcos de protección y sistemas antivuelco. «Estamos preocupadísimos y es imprescindible que se tomen medidas. No sólo nos enfrentamos a los robos. El campo tiene muchos riesgos y los sistemas de seguridad de los tractores hay que implantarlos obligatoriamente», afirma Eladio Aniorte, presidente de la Asociación Jóvenes Agricultores Asaja.
La Conselleria de Agricultura impulsó en 2007 una línea de ayudas para renovar la maquinaria industrial. Según datos de este departamento, los 18,9 millones de euros invertidos por la Generalitat desde entonces han contribuido a que 895 profesionales de toda la Comunitat pudiesen adquirir tractores de nueva fabricación.
La inversión en la provincia de Alicante ha sido de 2,58 millones y ha beneficiado a 166 agricultores. «Con estas ayudas se incentiva la sustitución de los tractores antiguos y máquinas automotrices con condiciones de uso que no son adecuadas y se promociona el uso de vehículos de mayor eficiencia energética y menor impacto ambiental», explican desde la Conselleria. No obstante, como infinidad de partidas de los presupuestos del Gobierno autonómico, que vive atenazado por la crisis económica, las subvenciones han sufrido un duro recorte este año. Según denunció el pasado mes de abril La Unió de Llaurador i Ramaders-Coag, la partida se ha reducido a la mitad: de 1.407.846 euros en 2010 a 755.000 para este ejercicio.
En septiembre del año pasado, Asaja y la empresa pública Sepiva, dependiente de la Conselleria de Industria, suscribieron un convenio para acercar a los labradores servicios de ITV móviles a fin de evitar que éstos tuvieran que desplazarse más de diez kilómetros hasta las estaciones fijas por vías de comunicación rápidas.
«Hemos solicitado a la Generalitat un nuevo Plan Renove, pero nos contestan que están restringiendo todos los presupuestos por la crisis y eso nos obliga a mantener las máquinas antiguas en uso», asegura Aniorte.
Éstos no se consideran accidentes de trabajo y por tanto no son competencia de la Administración laboral y no se dispone de estadísticas.

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