Algo, según él, que resulta fundamental en esta sociedad que nos ha tocado vivir.
Pero ¿qué se enseñaría en esa asignatura? ¿Cómo se mantienen dos contabilidades paralelas, una A y otra B para defraudar a la Hacienda Pública? ¿Cómo obligar a que tus trabajadores se vayan de la empresa y se transformen en autónomos para cobrar solo cuando al empresario le interesa? ¿Debería explicar cómo conseguir contratas públicas pagando trajes o viajes o haciendo regalos al político de turno? ¿Quizás debería mostrar a sus alumnos cómo en la mayoría de las empresas existen políticas de protección de datos que impiden a los empleados mostrar a la sociedad su situación real dentro de la empresa?
¿O tendría que enseñar a hacer una declaración de Hacienda donde el empresario paga menos que el trabajador por cuenta ajena?
¿O enseñaría el uso de información privilegiada para enriquecerte con la compraventa de acciones de la empresa que diriges? ¿Tendría que explicar cómo evitar que tu empresa en quiebra pague a los proveedores con los que tienes contraída una deuda?
Esta sociedad necesita empresarios que generen riqueza con moralidad y ética.
Y los que no lo hagan así, que terminen con sus huesos en la cárcel.
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