18 feb 2011

Ruiz-Mateos se desmorona de nuevo y arrastra al lacteo menorquín

Si no devolvemos hasta el último euro a nuestros inversores, a las personas que en un gesto de bondad y de confianza nos han depositado sus ahorros, me pegaría un tiro en la cabeza, si es que la fe que profeso me lo permitiera'.
Así de rotundo y expreso ha sido José María Ruiz-Mateos en la rueda de prensa que dio ayer, tras anunciar que las 10 principales firmas del grupo Nueva Rumasa se acogían a la situación preconcursal, paso previo al concurso de acreedores.
Con esta amenaza de suicido, intentaba tranquilizar a los 5.000 inversores que, según el grupo, han comprado pagarés o acciones de empresas de Nueva Rumasa pese a las reiteradas advertencias de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
El imperio de Ruiz-Mateos se desmorona de nuevo tras atrapar a miles de inversores
Javier Mato el 18 febrero 2011
La situación de suspensión de pagos del grupo Nueva Rumasa, propietario de la primera planta procesadora de lácteos de Menorca, la antigua “El Caserío”, es una dramática noticia para la isla.
Significa, sin exageración, la certificación de la defunción de la industria procesadora de la leche.
Esta noticia podía preverse: la familia Montañés vendió su empresa a la multinacional Kraft quien, especialista en este negocio, no vino a Menorca a especular sino a ganar dinero produciendo quesos.
Que esta multinacional quisiera vender la fábrica hace tres años era un mal dato, un aviso inequívoco: una empresa como Kraft, que dispone de la mejor información del mercado del queso, que conoce los costes de la producción en toda Europa, cuando decide vender esta fábrica, incluso perdiendo dinero, es que las cosas van mal, que los costes son muy altos. Y ahí aparece un empresario mágico: José María Ruiz Mateos.
Nueva Rumasa, su empresa, no sólo compra la compañía, sino que mantiene la producción y la plantilla, porque su filosofía es que sin despidos, manteniendo los costes, aquello es viable. Increíble. La cuadratura del círculo. Suena raro que Ruiz Mateos le pueda enseñar a Kraft lo que es la viabilidad de este tipo de industrias, pero ahí quedan depositadas las esperanzas de Menorca.
Y ahora, poco tiempo después, todo salta por los aires.

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