YA SERA MENOS.Si queréis liberar a una sociedad, dadle Internet'.
Las herramientas necesitan personas, y las personas necesitan organización y objetivos.
Esta receta, propuesta por Wael Ghonim, ejecutivo de Google, es compartida por aquellos que consideran que las revoluciones populares que han depuesto a los Gobiernos de Túnez y Egipto, y amenazan con derrumbar a otras tiranías semejantes en Bahréin, Yemen o Libia, constituyen la prueba fehaciente de que el poder emancipador de las nuevas tecnologías de comunicación es real.
Los analistas, la prensa o las cancillerías, acostumbrados a interpretar el mundo a partir de los juegos de poder entre grupos políticos reconocibles -clases sociales, oligarquías,
Ejército, sectas religiosas-, han visto desbordadas sus más arriesgadas previsiones y, al igual que ocurrió con el Mayo del 68 o la caída del muro de Berlín, son incapaces de enfrentarse a coyunturas en las que, siquiera sea temporalmente, los protagonistas son aquellos que tradicionalmente no han tenido voz -jóvenes, desempleados, mujeres- y que hoy se están sirviendo de las herramientas anónimas de la Red para ser escuchados.
Internet y la rebelión de los cuerpos
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