Buena parte del comercio sexual está montado en lugares donde hay un intenso turismo masculino : cotos de caza, destinos de pesca. También, en forma itinerante, donde se realizan competencias de autos. “Cada vez que hay un evento de TC, son trasladadas mujeres para ser ofrecidas en hoteles, con el eufemismo de modelos o porristas. Esto no quiere decir que sean traficadas, pero sí es explotación sexual”, señala Fabiana Túñez, de La Casa del Encuentro.
En La Pampa, donde abundan los cotos de caza, “tenemos la sospecha de que algunos incluyen esta oferta en el paquete”, señala Mónica Molina, subdirectora de Políticas de Género de la Municipalidad de Santa Rosa. Relata un antecedente de 2005, cuando un legislador denunció una página de turismo sexual vinculado al turismo cinegético: “Lo amenazaron con panfletos anónimos”.
“No hay una oferta de los hoteleros, ni tampoco por Internet –afirma desde Misiones Claudia Lascano, de la Coalición Alto al Tráfico y la Trata–. En Corrientes, el problema no está en las cabañas para los pescadores, que son gerenciadas por los dueños o por personas muy cercanas, ni en los hoteleros. El problema más grave es la naturalización de la explotación sexual de niñas : conserjes, remiseros, taxistas y mozos, sí la están ofreciendo mucho”.
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